JUGAR CON ALTOS RIESGOS

 Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto sería yo como tú; Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos. (Salmos 50:21)

“Por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente” (Isaías 30:13)


El final de un número circense era la presentación de un domador, que luego de hacer diferentes prácticas con un león, azotaba su látigo con firmeza, el animal venía, habría bien sus fauces y el domador ante el asombro de todos, intrépidamente colocaba su cabeza adentro. Allí estaba unos segundos, y luego salía dominante bajo el aplauso del público.

Un día, al llegar al final del acto, el león se mostró molesto. De todos modos, hizo sus piruetas y finalmente abrió bien su boca. El domador introdujo su cabeza entre las fauces de aquella bestia, pero esta vez las cosas no salieron bien, el león de un mordiscón, zamarreó al domador y lo despidió muerto.  ¡Qué tragedia!

Esto nos hace pensar en las cosas espirituales. Sansón también como aquel domador una y otra vez jugaba con el pecado hasta que una vez dijo: “esta vez me escaparé como las otras veces” (Jueces 16:20) Ignorando que Dios no estaba con él y quedó atrapado en manos de los filisteos. Así también sucedió cuando la paciencia de Dios esperaba en tiempos de Noe. La gente pecaba confiadamente hasta que vino el diluvio y los destruyó a todos. Siempre llega el día en que la soga se corta, por eso es imprescindible que el hombre deje sus malos caminos y se vuelva a Dios, enmendando su vida cuanto antes, creyendo en Cristo como su salvador.


Pensamientos para reflexionar

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