
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. (Efesios 4:17-19)
¡Qué terrible es la condición de los que no tienen a Cristo! La Biblia habla claramente lo que sucede cuando se pierde toda sensibilidad espiritual. Luego de eso el hundimiento moral es inevitable.
¡Qué terrible es ver a esas personas que han perdido toda sensibilidad espiritual! Uno les quisiera hacer ver que lo que están haciendo está mal, que a Dios no le gusta y que tendrán que dar cuenta por eso, pero ellos dicen: “No te metas, no me importa” Porque han perdido el pudor, la vergüenza y todo sentimiento de moral, y ya nada los inquieta, mostrándose cada día más desenfrenados.
Ese estado es terrible, pues para que las personas sean salvas, el trabajo de Dios, es justamente hacerlos verse en su luz. Para que, reconociendo la condición en la que se encuentran y, sintiéndose sucios en el sentido espiritual, comprendan “que los que practican tales cosas son dignos de muerte” (Romanos 1:32) “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) De esa manera, convencidos de pecado, sintiéndose pecadores, estarán en condiciones de creer y recibir a Cristo como Salvador. Pero ellos, están tan endurecidos por la práctica del pecado que, habiendo perdido toda sensibilidad se niegan a ser trabajados por Dios.
¿Qué podemos hacer ante personas así? Nada, solo seguir hablándoles de nuestro Señor, en la medida que se nos permita, confrontándolas con la Palabra, y orar por ellos.
Pensamientos para reflexionar