JESÚS EN LAS BODAS

“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos” (Juan 2:1,2)

“Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él” (Juan 2:11)

“Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo” (Marcos 7:37)


En una ocasión, un predicador tomó el relato de las bodas de Caná, para decir que a veces los cristianos, por religiosidad, somos muy cerrados frente a cosas que consideramos mundanas. Y que Jesús, por el contrario, no era así, sino que fue un hombre social, ya que, en las bodas, fue el organizador del evento al tomarse la libertad de cambiar el agua en vino para que continuara la fiesta. Por lo tanto, los creyentes deberíamos aprender de eso, y no negarnos a ir a fiestas si nos invitan, porque Jesús mismo lo hacía.

¡Cuidado! Tomar ese pasaje, para enseñar que no está mal asistir a cualquier fiesta a la que se nos invite, es quitarle el sentido a la Palabra. El creyente no debe participar en las fiestas, eventos y cosas de este mundo, donde las personas no tengan en cuenta a Dios, ni quieran saber nada con él, porque en ese momento su objetivo es la diversión y los placeres que satisfacen sus deseos carnales. Las bodas de Caná fueron otra cosa, y si el Señor hizo en aquella ocasión ese principio de señales, manifestando su gloria (Juan 2: 11) Su presencia allí, además de todo el cuadro profético que representa, también realzó el valor que tiene el matrimonio. Ratificando la importancia de la institución matrimonial, ya que es muy importante que el Señor acompañe a los que se casen.


Pensamientos para reflexionar

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