“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida… eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1:1,3)
El primer libro de la Biblia es el Génesis, que significa: Orígenes, principio… Y comienza diciéndonos: “En el principio… Dios” (Génesis 1:1) Para luego describir como fue la obra de Dios que hizo todas las cosas buenas en gran manera.
Este es el indicativo perfecto que nos enseña La Biblia. En todo principio, debe estar primero Dios. Comienza un año, se forma una familia, lo que fuese… todo debe tener a Dios en el primer lugar y entonces marchará bien. El mundo rechaza este principio, y así le va. Por desechar a Dios, se ve azotado bajo el flagelo del mal, el caos y la desesperanza.
Los cristianos acostumbran a regalar una Biblia a las parejas cuando se casan. También a obsequiar algún devocional cristiano al comienzo del año a los conocidos. Siempre en ese deseo de que se comience una nueva etapa con Cristo, lo cual es una bendición. El Salmista decía: “Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en el Señor mi esperanza” (Salmo 73:28)
Todo principio debe tener a Dios, por eso la Biblia nos conduce a Dios y a las cosas tal como son desde sus orígenes.
Los hombres, las religiones y las opiniones cambian, pero Dios sigue siendo el mismo (Santiago 1:17) y “su Palabra permanece para siempre” (1 Pedro 1:25)
¡Qué ella sea nuestra meditación!
Pensamientos para reflexionar