Todos los escritos
“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1)
“Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jeremías 15:19)
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:16)
Cuentan que, en cierto lugar, la gente quería civilizar a unos indígenas de una isla que no tenían contacto con el mundo exterior. Nunca nadie había logrado ganar su confianza llevándoles los adelantos de la civilización. Hasta que algunos, con nuevas tácticas, lograron no solamente comunicarse con ellos, sino acercarlos al continente. Eso fue un éxito que se festejó y se anunció en todos lados. Aunque, luego, lamentablemente, los resultados fueron cuestionados, pues los indígenas, andaban desnudos, practicaban la antropofagia en sus celebraciones y muchísimas otras cosas terribles. Accedieron ciertamente a algunas ventajas de la civilización, pero no quisieron vestirse, y siguieron con la mayoría de sus costumbres. Pronto la gente de aquel lugar, los empezó a imitar, y la influencia, fue al revés de lo que pensaban. Los indígenas lograron convertir a muchos más a sus costumbres desordenadas que los civilizadores.
Esto nos hace pensar en algunas de esas tantas estrategias evangélicas para “ganar al mundo para Cristo” De las cuales debemos tener cuidado, pues manifiestan una gran tolerancia a todo y no ofenden a nadie con la verdad, pero, finalmente, tampoco hace que las personas se conviertan a Dios (1 Tesalonicenses 1:9) Logran quizás la aceptación del mundo, el reconocimiento de las personas, la ayuda oficial y muchas otras cosas, pero, el resultado no son vidas que cambian para la gloria de Dios, sino al revés, la mundanalización de la iglesia.
Pensamientos para reflexionar
