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(Jesús dijo:) Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27,28)
“(Jesús) habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación…” (Hebreos 5:9)
“Pero Cristo… por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Hebreos 9:11,12)
Una hermana que misionaba en otro país, contaba que hablar allí con otras hermanas de la seguridad de la salvación, fue apercibida por unos hermanos, para que no hablara esas cosas, ya que, si en ese lugar se comprendiera la verdad de una salvación eterna, la gente se relajaría, mientras que, si no lo saben, al menos por temor a la pérdida de su salvación se cuidarían en sus desenfrenos.
Puede haber en estos pensamientos, buenas intenciones, pero no son correctos. El cristiano debe predicar la verdad de Dios, y como dice el adagio: <Si la verdad no puede defenderte, no creas que la mentira podrá sostenerte>.
Es necesario predicar el verdadero evangelio, presentándoles a las personas lo que es realmente “una salvación tan grande” (Hebreos 2:3) Para que quien crea en Jesucristo, sea realmente un convertido. Para que quien diga que es un hijo de Dios, sea realmente un nuevo nacido.
Para ser un hijo de Dios, se debe recibir a Jesús, creyendo en su Nombre. (Juan 1:12) Eso hace que los hombres pasen de la muerte a la vida, y que todo cambie.
Muchos son contados como creyentes, sin haber nacido de nuevo nunca (Juan 3:3-5) Esas personas cuando se apartan, no es que pierden su salvación, sino, simplemente, manifiestan que nunca fueron salvos; aunque hayan estado contestes con todo lo que se les haya predicado.
Pensamientos para reflexionar
