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“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente” (2 Corintios 6:14-16)
“¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel?… aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras” (Nehemías 13:26)
La Biblia habla del yugo desigual. El yugo es un instrumento para unir dos animales en yunta.
En el sentido espiritual, el yugo es aquello que nos une con otro con un mismo fin, y la Biblia dice claramente que no se pueden unir a dos especies diferentes en un yugo desigual. No se trata solamente de juntar dos animales fuertes y trabajadores, sino, de enyugar a los que sean de la misma especie, de lo contrario, tendrán diferente altura, fuerza y costumbres que terminarán afectando la marcha.
Esto es algo a tener en cuenta cuando alguien piensa en casarse. El creyente, debe casarse con otra persona que también le haya entregado su corazón a Cristo, en la voluntad del Señor. si no, siempre habrá una cuestión de naturalezas distintas que terminarán haciendo imposible la convivencia.
Las personas se engañan pensando que la parte incrédula terminará convirtiéndose. Generalmente, eso no sucede, sino que es el creyente el que termina cediendo buscando respirar un poco de paz.
Tengamos presente que el incrédulo tiene más elementos para llevarnos a lo suyo que los que tenemos nosotros para interesarlos por Cristo. Porque lo que llena nuestros corazones, para ellos no significa nada. Es más, lo rechazan de plano; en cambio, lo que llena el corazón de ellos, puede encontrar fácilmente cabida en nosotros que debemos velar andando en el Espíritu para nos ser arrastrados.
Pensamientos para reflexionar
