Todos los escritos
“Por amor de mis hermanos y mis compañeros Diré yo: La paz sea contigo. Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios Buscaré tu bien” (Salmo 122:8,9)
“Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:21)
Hay un dicho que dice: Cuando sepas cuanto cuesta ganar un alma para Cristo, aprenderás a no maltratarla… Obviamente, nosotros no ganamos a nadie, porque la salvación es de Dios (Salmo 3:8, Jonás 2:9) Pero, podemos y debemos ser copartícipes (1 Corintios 9:23) en ese trabajo de salvación.
Si verdaderamente, tenemos el anhelo de participar en el trabajo que lleva a cabo Dios en los corazones, amaremos más y mejor a nuestros hermanos, procurando siempre su bien.
Todo verdadero creyente, ama a Dios y ama a todos los hijos de Dios, no solamente a los de su círculo de comunión, considerando lo que ha sido la gracia (1 Juan 5:1)
Hay un pensamiento erróneo que tuvieron algunos, y era el de creer que las denominaciones cristianas eran las encargadas de extender el evangelio de la salvación, y los creyentes que conservaban la sana doctrina, debían actuar de corregidores entre los que se convertían en los diversos medios cristianos. Como si la tarea de la evangelización, fuera un trabajo menor. Esto es un error.
¿Quiénes pueden presentar el evangelio de una manera completa, mejor que aquellos que conocen las verdades bíblicas y todo el consejo de Dios?
De esa manera, experimentando cuánto cuesta que se produzca la conversión, y cuan grande es la obra del Espíritu para que las personas se congreguen, sabremos valorar mejor a quienes se acerquen al lugar de reunión.
Pensamientos para reflexionar
