
“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios” (1 Corintios 4:1)
El Señor Jesús, nunca dejó de ser quien verdaderamente era: Él siempre fue Emanuel, que traducido es Dios con nosotros (Mateo 1:23) y el Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:16)
Sin embargo, “Anduvo entre nosotros como el que sirve” (Lucas 22:27) “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45) Y dejó bien en claro este principio: “De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió” (Juan 13:16)
Considerando esto ¿Cómo debería ser llamado aquel que sirve al Señor? ¿Deberíamos llamarlo por el don que ha recibido, por sus títulos, o logros alcanzados?
Si el siervo no es mayor que su Señor, y la vida cristiana no es otra cosa que manifestar a Cristo en nosotros, tendríamos que llamar a quien sirve al Señor, simplemente: siervo, y esto, no como un título.
Si alguien nos presentara como “El Pastor, Doctor en divinidades, Master, o cualquier otro título halagador, tendríamos que rechazar tales menciones, y decir, que somos humildemente, siervos de Cristo. “Para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 Pedro 5:6)
Dios quiere que seamos conformes a la imagen de su Hijo (Romanos 8:29)
“Sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Hebreos 12:28)
Pensamientos para reflexionar
www.lacuevadeadulam.com.ar weblacuevadeadulam@gmail.com