¡EL SEÑOR VIENE!

“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12)

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9)


Los cristianos deberíamos vivir como si la resurrección hubiese ocurrido ayer y el Señor viniera hoy.

Si la resurrección hubiese ocurrido ayer, hoy nos encontraríamos sin poder hablar de otra cosa. Nuestros corazones llenos de gozo no encontrarían otro tema para compartir con los demás. Estaríamos todos escuchando a aquellos que lo vieron resucitado, esperando también que se nos manifieste.

Si el Señor hubiese confirmado su regreso para el día de hoy, nuestro día sería distinto. Nada de lo terrenal tomaría el control de nuestro tiempo. Saldríamos corriendo a ver a los nuestros para decirles que estén preparados y les rogaríamos que se reconcilien con Dios (2 Corintios 5:20) Nuestras palabras tendrían otra fuerza, porque estarían impregnadas de convencimiento y llegaríamos casi hasta la desesperación para que ninguno de los nuestros se quede y se pierda.

Evidentemente, la escena de la crucifixión y la resurrección de nuestro Señor no ha ocurrido ayer, pero desde que ocurrió, eso debe llenar nuestros corazones. Por el contrario, el Señor viene, y ¡bendito sea su Nombre! Puede venir hoy. Así que nuestras fuerzas y nuestro tiempo deben emplearse llevando las buenas nuevas de salvación, alertando a los que se encuentran sin Cristo.

Cuando se pierde de vista el retorno de nuestro Señor, la fe ya no es sana, es escuálida, y pronto otras cosas pasan a ocupar el lugar de Cristo en nuestros corazones.


Pensamientos para reflexionar

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