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“E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios… y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos” (2 Crónicas 14:2-4)
“Y Cuando oyó Asa las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Obed, fue cobró ánimo, y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que él había tomado… y reparó el altar de Jehová que estaba delante del pórtico de Jehová (2 Crónicas 15: 8)
Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos (2 Crónicas 14:3 y 4) Mostró las características que debe mostrar todo hombre de Dios. Pues cuando oyó la Palabra de Dios por boca de Azarías, su corazón fue movido a la obediencia. Cobro ánimo y desmenuzó los ídolos abominables sin contemplaciones, a pesar de que en eso estaba involucrada su familia. Luego reparó el altar de Jehová para ofrecer en él los sacrificios que Dios espera de los suyos. (Véase 2 Crónicas 15)
Así debe suceder con todo aquel que recibe la Palabra de Dios.
Hay un corito que dice: Oh Cristo mío haz de mi alma un altar, para adorarte con devoción… ¡Qué hermoso sentimiento! Pero para hacerlo una realidad hay que proceder como Asa. Escuchar la Palabra, recibirla de parte de Dios y no como palabra de hombres. Destruir sin consideración los ídolos que estén en nuestra vida, ya sean objetos de culto y veneración en forma material como imágenes, cuadros, estatuillas… o ídolos más sutiles como las cosas que ocupan el lugar que debería ocupar Cristo en nuestro corazón y a lo cual le damos honor, tiempo y esfuerzo.
Luego de eso, reparar el altar de nuestro corazón, para ofrecer solamente adoración a Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Pensamientos para reflexionar
