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“Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tito 3:3-5)
“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros… en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas” (Colosenses 3:5 y 7)
Muchos se preguntan cómo los creyentes pueden vivir, según ellos, vidas tan aburridas. Y dicen que siendo así, ellos nunca podrían ser cristianos…
En realidad, estas apreciaciones no son justas, pues los creyentes no viven vidas aburridas, sino que encuentran gozo y placer en cosas que los que viven sin Cristo no aprecian. Mientras que los inconversos, buscan placer en cosas que los creyentes también gustaron en otro tiempo, pero que han cambiado por algo mejor. Los incrédulos no lo podrán comprender hasta que ellos mismos encuentren en Cristo, algo mejor que todo cuanto les pueda ofrecer el mundo.
El hombre natural, está infectado por el pecado. El pecado ha deteriorado tanto su naturaleza, que necesita imperiosamente una conversión que lo cambie, de lo contrario solo buscará el bien en el placer, en lugar de buscar el placer en el bien, tal como debe ser.
Esta clase de personas, es normal que no encuentren nada de lindo en las cosas de Dios, porque viven sin Dios, sin comunión ni armonía con Dios. Solo pueden encontrar atracción por aquellas cosas que el mundo les presenta, porque sí están en concordancia con el príncipe de este mundo que es Satanás. Y como sucede con el común de las cosas, las personas solo son capaces de superar ciertos hábitos y costumbres, cuando gustan algo mejor.
Eso mejor, se encuentra en Jesucristo.
Pensamientos para reflexionar
