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“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15)
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12)
Los cristianos, sabemos que no puede haber conversiones sin el trabajo del Espíritu Santo y la acción de la Palabra de Dios, sin embargo, a veces hasta sin darnos cuenta, quisiéramos ayudar a Dios y hacer más efectiva su obra con algo de lo nuestro; lo cual, manifiesta que no confiamos plenamente en Dios y en su Palabra.
Las tácticas para ganar almas en la cristiandad, aunque bien intencionadas, no son, sino, una prueba evidente de ello. A las personas se las atrae por medio de cosas atrayentes a la carne. Música, actividades y un clima de contención donde nadie se siente excluido, sino que por el contrario hasta encuentran un lugar agradable para realizar algún servicio.
Luego de atraerlos de esa manera, se les testifica acerca de Jesucristo y se pretende nutrirlos con la Palabra, pero, generalmente, eso no da resultado, porque no vinieron atraídos por el Señor, conscientes de su necesidad espiritual verdadera como pecadores perdidos; por eso, cuando se les administra la Palabra, pierden el interés y se van, o como tristemente suele pasar, para que no dejen de asistir, se modifican los tiempos de las reuniones, restándole minutos al ministerio de la Palabra.
Dejemos de lado las innovaciones. Démosle más lugar a la exposición de la Palabra en las reuniones, confiando en el Señor y en el poder de su Palabra, y habrá verdaderos frutos.
Pensamientos para reflexionar
