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“Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor” (1 Pedro 2:3)
La Biblia dice: “Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18)
Nosotros rápidamente entendemos que debemos crecer en el conocimiento, pero aquí el crecimiento comienza creciendo en la gracia.
¿Por qué dirá primero crecer en la gracia? ¿Qué enseñanza podemos sacar de ese detalle?
Primeramente, porque tener una relación con Dios, no se trata de conocimiento intelectual sino de una relación de vida. Una vida que estriba en la gracia de Dios y se mantiene en ella. Quien solamente llena su cabeza de conocimientos teológicos, pero no compromete su corazón en ellos, corre el riesgo de caer en el legalismo, y el orgullo espiritual.
Crecer en la gracia, es hacer la experiencia de lo poco que somos en nosotros mismos, reconociendo que separados del Señor nada podemos hacer.
Es comprender lo que dijo Pablo: “Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1 Corintios 4:7)
Es aprender a actuar para con quienes se equivocaron, conscientes de que uno también podría haber hecho lo mismo.
Crecer en la gracia es ir haciendo adelantos en el conocimiento del amor de Dios.
Por esta razón se nos indica primeramente crecer en la gracia y seguidamente en el conocimiento de la persona en la que Dios dispensa esa gracia: Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Pensamientos para reflexionar
