
“Jesús les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14)
“Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” (Mateo 18:10,11)
Muchos acusan a Dios de ser injusto y le reclaman cuando muere un niño… Otros también lo cuestionan por las muertes de los niños en los relatos del Antiguo Testamento, pues no admiten que un niño deba morir. Frente a la muerte, los hombres pierden de vista muchas cosas y luego: “Erran por esto, ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mateo 12:24)
Ante la muerte, lo primero que debemos tener en cuenta es que la muerte existe como consecuencia del pecado. “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) Y como el hombre nace en pecado (Salmo 51:5) Está condenado a muerte desde que nace. Si pensamos en esto, podríamos decir que toda la vida humana es una postergación que concede Dios, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. (2 Pedro 3:9) Si Dios decide postergarles la vida a unos más años que a otros, es una decisión de Dios ante lo cual no podemos decir nada, porque Dios únicamente sabe por qué. Pero, tengamos presente: Los niños son de Dios y cuando son pequeños, están bajo la cobertura de la muerte de Cristo. Por lo cual ninguno de ellos que muera se perderá, sino que poblarán el cielo. Pero no así las personas mayores que son responsables de sus pecados y que necesitan responder al mensaje del evangelio recibiendo a Cristo para ser salvos.
Pensamientos pare reflexionar