(1 Corintios 12 al 14)
No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales… hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1 Corintios 12:1,4-7)
La situación y el estado espiritual que se vivía en la Asamblea de Corinto permitieron que por medio de las cartas que el apóstol Pablo les dirigió, quedaran para nosotros enseñanzas muy interesantes. El capítulo 12 de la primera epístola trata el tema de los dones. Su procedencia, su variedad, la necesidad de todos los dones, ministerios y operaciones, etc. Luego en el capítulo 14 tenemos la enseñanza de cómo esos dones deben ser utilizados. Cómo proceder y actuar en las reuniones, conforme a lo que cada uno haya recibido. Siempre para edificación. Pues, el ejercicio de los dones tiene como objetivo el perfeccionamiento de los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 4:12) En medio de esas enseñanzas bien claras y precisas, el Espíritu Santo guio al apóstol a hablar de algo muy importante a tener en cuenta. Y por eso, justamente entre el capítulo 12 y 14 de esa carta, está el capítulo 13 que habla y trata el tema del amor. Muchos se preguntaron: ¿Por qué entre un capítulo que trata de la procedencia de los dones y otro que trata sobre su desarrollo y ejercicio, hay un capítulo que trata sobre el amor? La respuesta es sencilla, pues el amor edifica (1 Corintios 8:1) Y los dones tienen esa finalidad. En la Iglesia del Señor no puede haber edificación, si falta el amor.
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar