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¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, ¡añadiendo pecado a pecado! (Isaías 30:1)
“Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía” (Proverbios 1:30)
“Bendeciré a Jehová que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia” (Salmo 16:7)
Roboam, el hijo de Salomón al heredar el trono, preguntó a los ancianos sabios que estuvieron con su padre, cómo debía conducirse y hablar al pueblo. Estos le aconsejaron que sirviera al pueblo con humildad, pues así el pueblo le serviría fielmente. Pero, luego, buscó consejo entre los jóvenes que se habían criado con él, los cuales muy desenfrenados le aconsejaron para mal. Y Roboam siguió el consejo de los jóvenes desestimando el consejo de los ancianos. Por su parte, Jeroboam, al conocer la actitud de Roboam, recordando la profecía que se había pronunciado acerca de él quedó al frente prácticamente de todo Israel. Pero también, habiendo tenido consejo, se desvió hacia la idolatría pecando gravemente contra Dios. (Véase 1 Reyes 12) ¡Qué terrible! Ambos pidieron consejo, pero ¿de quiénes? De personas que no tuvieron temor de Dios. De quienes se guiaban según su parecer…
El Señor dice en su Palabra: ¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí” (Isaías 30:1) Y cuando las personas no tienen en cuenta a Dios, ni buscan su consejo, Dios los entrega a una mente reprobada y terminan haciendo cosas que no convienen (Romanos 1:28)
En la multitud de consejeros hay seguridad (Proverbios 11:14) Pero se debe buscar consejo en el temor de Dios. No haciendo nada por impulso y sin pensar. Temiendo a Dios y guardando sus mandamientos.
Pensamientos para reflexionar
