“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:20)
Aquí en la tierra, cualquier ministerio puede tener éxito, porque la gente, muchas veces prefiere “una iglesia grande” en desobediencia que, un grupo pequeño que procure honrarle haciendo su voluntad. Pero en el cielo, quien haya trabajado mal, sufrirá la pérdida del galardón por su trabajo, y pasará como aquel o aquello que ha pasado por el fuego.
Luego de pasar por el fuego, quedan pocas cosas. Cuando una vivienda se prende fuego, quedan en pie las paredes más resistentes, algunos elementos de metal y no mucho más, porque toda su gloria desaparece.
Si una persona pasara a través del fuego cargando sus cosas, el fuego consumiría todo lo consumible, aunque, esa persona, en este supuesto caso quedaría en pie, porque es un creyente, al cual se le dijo: “Cuando pasares por el fuego no te quemaras ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2) Se trata de un salvo por la fe en Cristo Jesús, y la salvación no se pierde, pero pasaría sin nada, despojado de todo cuanto llevaba, porque nada de lo que tenía soportó la prueba.
¡Qué triste será constatar en el cielo que lo que se hizo fuera de la voluntad de Dios no tuvo ningún valor!
En la tierra, por todos esos logros hubo gloria para quien trabajó y para su ministerio, pero en el cielo será distinto, y el creyente, será salvo, pero como por fuego.
Pensamientos para reflexionar
