Todos los escritos
“De todos vuestros dones ofreceréis toda ofrenda a Jehová; de todo lo mejor de ellos ofreceréis la porción que ha de ser consagrada” (Números 18:29)
“Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo, cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos” (Malaquías 1:8)
Por medio de Malaquías Dios llamó la atención del pueblo y entre otras cosas les dijo que, si no se daban cuenta como estaban obrando para con él, que probaran obrando con sus príncipes y honrándolos de la misma manera que lo hacían con él. A ver si ellos se agradarían y se sentirían satisfechos. Obviamente, constatarían que no. Por lo tanto, esto también nos hace ver a nosotros que, así como obramos en el trabajo y con las personas que respetamos y amamos, deberíamos hacerlo para con el Señor, quien debe tener en nuestra vida el primer lugar.
Los príncipes en Israel, eran hombres importantes, honrados y respetados. Por eso, si aplicamos el principio espiritual de la directiva del Señor, constataremos que hay cosas que hacemos para con el Señor, que en otro lado no lo haríamos. Pensemos, por ejemplo, en lo referente a la puntualidad y asistencia y preguntémonos: ¿Llegamos tarde al trabajo, o faltamos directamente si se nos complica como a veces hacemos con la reunión? ¿Los compromisos familiares, los pasatiempos, amistades, visitas, etc. ¿Son nuestras prioridades y mientras nos lo permitan vamos a trabajar o a estudiar? Obviamente que no. Porque lógicamente, priorizamos el trabajo, y nuestras otras obligaciones.
Entonces: ¿Por qué de la misma manera no le damos el primer lugar al Señor y priorizamos lo suyo y luego recién acomodamos nuestros quehaceres, tal como el Señor espera?
Pensamientos para reflexionar
