“¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, ¿Y los insensatos aborrecerán la ciencia?” (Proverbios 1:22)
“¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua?” (Isaías 57:4)
Cuentan que una vez, una niña con sus amigas vieron a un hombre caminar con dificultad y de manera grotesca. Aquel hombre estaba todo desfigurado. Al principio lo observaron con asombro, pero enseguida comenzaron a burlarse de su figura imitando su andar y a reírse.
Cuando luego contó el episodio en su casa, la madre de la niña se puso a llorar. ¿Por qué lloras? – preguntó la niña. La madre entonces le contó lo siguiente: Cuando tú eras bebe, nuestra casa se incendió. Las llamas cubrían la planta baja y tú estabas en la cuna en el cuarto de arriba. Antes de que llegaran los bomberos, un hombre de los que se acercó a ayudarnos, se mojó en el estanque y se abrió paso en medio del fuego. Te abrazó, te cubrió con su cuerpo y aunque transformado en una antorcha humana, descendió salvándote la vida. Él se quemó enteramente y se salvó de milagro, pero quedando así, como hoy lo viste en el parque. Al contarme lo que hiciste con tus amigas, recordé el versículo de la Biblia que dice: ¿De quién os habéis burlado? (Isaías 57:4) Ese hombre del que te burlaste es quien te salvó.
La niña ese día aprendió a no burlarse de las personas, pero por sobre todas las cosas, eso sirvió para que la madre “comenzando desde esa escritura, le predicara el evangelio de Jesús” (Hechos 8:35)
Pensamientos para reflexionar