
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (Isaías 9:6)
El relato bíblico del nacimiento de nuestro Señor (Lucas 2:8) menciona a los pastores de la región, velando por sus rebaños en las vigilias de la noche. Eso evidencia que, debido al clima de la región, no fue en diciembre el nacimiento del Salvador, ya que los pastores, durante el otoño y el invierno, no cuidaban sus rebaños a campo abierto durante la noche.
El día festivo de navidad, es un día establecido por los hombres, adoptado por la religión cristiana, pero que en realidad, no tiene referencias en las Escrituras.
La Navidad trae gozo, pero, el verdadero gozo, está, al considerar que nuestro Señor, nació de una virgen, con el propósito de tomar el lugar del hombre y morir por nuestros pecados.
El, tomó un cuerpo, para poder entregar su vida en la cruz. Porque “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23)
Los cristianos celebramos su encarnación, que es distinto a celebrar su cumpleaños, porque ligamos su encarnación, a su sacrificio expiatorio.
Que Jesús naciera y se mostrara como hombre perfecto, no era suficiente para salvarnos. Era necesario su muerte.
Recordemos: “Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados” (Hebreos 9:22)
Por tal motivo, Dios le preparó un cuerpo (Hebreos 10:5) en el cual, “se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:2)
¡Bendito sea nuestro Señor!
Pensamientos para reflexionar