
“Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:14,15)
Alguna vez alguien dijo: La iglesia no es un museo de santos, sino un hospital de pecadores. Un hospital para enfermos espirituales…. ¡Cuidado! Aunque entendemos el sentido que se le quiere dar, esa frase tiene un error conceptual terrible.
Aunque con esto, se exprese el desacuerdo ante el legalismo religioso, o que se diga para hacerle ver a los pecadores que deben buscar allí un lugar de comprensión y amparo, es un concepto que está mal, que no concuerda con lo que enseñan las Escrituras acerca de la Iglesia.
Obviamente que no estamos de acuerdo con el legalismo religioso que trata a los demás como diciéndoles: “Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú” (Isaías 65:5) Pero la verdad debe ser mantenida y según la verdad que se encuentra en las Sagradas Escrituras, tenemos que decir que si bien ninguno de los creyentes puede decir que no tiene pecado (1 Juan 1:8), Dios, no ve a los creyentes en Cristo como a pecadores, ni se dirige a ellos adjetivándolos de esa manera y mucho menos como enfermos espirituales. Sino que los llama santos, pues son pecadores por naturaleza, pero arrepentidos y ya han sido perdonados, gozando ahora del privilegio de ser llamados hijos de Dios (Juan 1:12) Ellos forman su Iglesia, (Eklessia) que significa, congregación, asamblea. Aquellos que han sido llamados fuera… Santificados en Cristo Jesús (1 Corintios 1:2)
Continua en la parte 2
Pensamientos para reflexionar