LA FE DE LA MUJER CANANEA

“Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra… Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres” (Mateo 13:21-28)


Los evangelios muestran a Jesús como el enviado de Dios, el Mesías prometido a Israel. Lamentablemente, a pesar de las muestras de su gracia y  poder, los suyos no le recibieron (Juan 1:12) Sin embargo, una mujer cananea, totalmente alejada de la ciudadanía de Israel, se acercó reconociendo en Jesús al Cristo, el Hijo del  Dios viviente, heredero del trono de David. Y clamó por misericordia, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. (Mateo 15:22) Jesús, probando su fe, le dijo que no estaba bien tomar el pan de los hijos y dárselo a los perrillos. Eso podía haberla enfadado y hecho desistir mostrando en ella alguna pretensión, como si tuviera algún derecho. Sin embargo, ella, asumió su condición immerecedora de todo, pero razonó y dijo que, aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de los hijos. Esto era asumir que no podía reclamar nada, pero que el Señor en su gracia podía darle aun las migajas y eso para ella,  iba a ser suficiente. El Señor se gozó en esa fe y le concedió lo pedido, como lo hace con todos aquellos que lo honran con su fe.

Por eso, no pierdas la confianza en el Señor cuando eres probado. Él responderá en su gracia, pero recuerda, sin fe es imposible agradar a Dios.


Pensamientos para reflexionar

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