
“Hierro con hierro se aguza; Y así el hombre aguza el rostro de su amigo” (Proverbios 27:17)
“Para que también vosotros sepáis mis asuntos, y lo que hago, todo os lo hará saber Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor, el cual envié a vosotros para esto mismo, para que sepáis lo tocante a nosotros, y que consuele vuestros corazones” (Efesios 6:21,22)
La Palabra de Dios dice: “Hierro con hierro se aguza; Así el hombre aguza el rostro de su amigo” (Proverbios 27:17) ¡Cuán valiosa y necesaria es la hermandad y comunión cristiana!
Los cristianos nos complementamos, nos ayudamos mutuamente y edificamos, alentándonos los unos a los otros. Eso, simplemente, al interesarnos los unos por los otros, al escucharnos y al compartir las cosas de Dios. Es muy lindo poder encontrar a personas que hablan el mismo idioma espiritual y que ven las cosas de la misma manera. Eso, con quienes no son creyentes se dificulta, pues, quien no tiene la mente de Cristo, aunque esté muy bien intencionado, siempre opinará y aconsejará en la carne, no teniendo en cuenta la fe por la que se mueven los hijos de Dios. (2 Corintios 5.7)
Pablo, prisionero camino a Roma, estando en el foro de Apio, se encontró con los hermanos y cobró aliento (Hechos 28:15) En otra ocasión, dice que Dios lo consoló con la visita de Tito (2 Corintios 7:6)
Siempre, esos encuentros entre hermanos consuelan y alientan el alma. Y sobre todo cuando pasamos por diversas pruebas,
Recordémoslo hermanos, y mantengamos cerca los unos de los otros. Como el hierro pierde su filo y necesita afilarse, así, nosotros, necesitamos aguzar nuestro gozo en el Señor y esto es lo que podemos hacer cuando tenemos una comunión sana entre hermanos de la misma fe.
Pensamientos para reflexionar