HERMANOS ORAD POR NOSOTROS

“Hermanos, orad por nosotros” (1 Tesalonicenses 5:25)

“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18)


El apóstol Pablo pidió a los hermanos que orasen por él y por los hermanos que estaban con él. (1 Tesalonicenses 5:25) ¡Cuánta necesidad tenemos de la oración!

¿Oramos por los hermanos que nos presiden en el Señor? (1 Tesalonicenses 5:12) Ellos también necesitan de nuestras oraciones. Fácil es criticarlos. Ellos están siempre expuestos, y muchas veces les podemos hacer sentir hasta la obligación de tener que estar siempre bien y dispuestos para todos nuestros requerimientos, porque no pueden ni deben fallar. Sin embargo, son hombres como nosotros. (Santiago 5:17) Personas que viven en el mismo mundo y tienen también sus luchas espirituales.

Los hermanos que sirven fielmente al Señor sufren sus propios dolores y los de los demás. Como sucedía con Pablo quien supo decir: “¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?” (2 Corintios 11:29)

En la actualidad, también, hay, salvando las distancias, hermanos que sirven “con toda humildad, y con muchas lágrimas” (Hechos 20:19) Oremos siempre por ellos.

Muchas veces suceden cosas y luego se dice: ¡¿Cómo pudo haberle pasado eso a un siervo del Señor?! Porque mientras el siervo llevaba una carga en silencio y sufría, los demás lo ignorábamos…

Oremos los unos por los otros y especialmente por aquellos que nos conducen en el Señor, que son aquellos acerca de los cuales podríamos pensar que nunca les pasa nada.


Pensamientos para reflexionar

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