(LEER DANIEL 3: 1 AL 30)
“No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:1,2)
“Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido” (Salmo 63:7,8)
¡Bendito sea nuestro Señor! ¿Qué liberación la de Sadrac, Mesac y Abed-nego! Se cumplió en ellos lo dicho por Isaías: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú…Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador” (Isaías 43:1-3)
La situación era terrible. Sin embargo, ellos se mostraron libres en esa situación, y se hizo notable que no estaban solos, pues estaba con ellos una cuarta persona, semejante a hijo de los dioses.
Era ¡Nuestro bendito salvador! El que nos dice en los momentos de angustia. “No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 43:5)
Sin duda, es un gran ejercicio para nuestra fe pasar por momentos de prueba, pero estos pasajes nos alientan a confiar en Dios. Es como si al leer estas historias, Dios nos dijera: “¡Tú, alma que sufres, no desesperes, Yo estoy contigo!” Muchos podrían haber pensado que hubiese sido mejor para los amigos de Daniel disimular su fe. Sin embargo, no fue así. Ellos glorificaron a Dios y Nabucodonosor terminó bendiciendo a Dios y reconociendo que no había otro Dios semejante.
¿Qué sabes tú que estás pasando una prueba difícil, si eso finalmente, no llevará a alguien a que reconozca a tu Dios? Mantente fiel en la prueba que Dios finalmente obrará un milagro para su gloria.
Pensamientos para reflexionar