EL PRIMER MANDAMIENTO

“Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20)

“Jesús… en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12)


La palabra evangelio significa buena nueva.  La buena noticia que “Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores”  Esa buena noticia,  justamente toma toda su fuerza, cuando la persona es colocada ante la luz de Dios para ver el estado de perdición en el que se encuentra. Quienes se sienten pecadores perdidos aprecian la buena noticia que Cristo dio su vida para salvarlos. Sin la convicción de pecado, esa buena noticia les parece intrascendente.

Sin embargo, la gente no quiere reconocerse pecadora, pues considera que tal definición es para quienes cometen hechos repudiables en extremo.

La Biblia dice que ante Dios todos somos pecadores, porque “toda injusticia es pecado” (1 Juan 5:17)  y que pecado es también toda  “infracción a la ley” (1 Juan 3:4)

Nos dice también que el primer mandamiento es: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento (Marcos 12:30)

Por lo tanto, aunque alguien pueda jactarse de no haber cometido hechos vergonzosos, debe saber que si no vivió toda su vida amando a Dios por sobre todas las cosas con todo lo que eso implica, ha pecado infringiendo el primer mandamiento, y a causa de ese pecado, está también destituido de la gloria de Dios (Romanos 3:23) Necesitando a Cristo como salvador.


Pensamientos para reflexionar

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