Todos los escritos
“Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto sería yo como tú; Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos” (Salmo 50:21)
“Yo dije: Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo; Pero como hombres moriréis, Y como cualquiera de los príncipes caeréis.” (Salmo 82:6, 7)
Dios es tardo para la ira y grande en misericordia (Números 14:18) Siempre que debe castigar el pecado, se toma el tiempo, no se apresura, dándole tiempo al hombre para que se arrepienta. Pero cuando tiene que bendecir no se tarda, eso lo hace inmediatamente.
El pueblo de Israel había pecado gravemente contra Dios y Dios les envió mensajeros y profetas, pero ellos hicieron escarnio hasta que subió la ira de Dios y no hubo ya remedio. (2 Crónicas 36:16)
A la Iglesia en Tiatira, el Señor le declara lo malo que vienen haciendo, y le dice claramente que le ha dado tiempo para que se arrepientan. (Apocalipsis 2.21)
Vemos como para con los individuos o para el conjunto, Dios es tardo para la ira y grande en misericordia, y da tiempo para que uno se vuelva. Pero cuando no hay reconocimiento, arrepentimiento y confesión de pecado, ese pecado lleva sus consecuencias, porque Dios las juzga.
La conclusión es simple. Todo aquello que los creyentes no juzgamos en nosotros mismos, hacemos que el Señor se vea obligado a juzgarlo.
Esto se ve también en la Iglesia, pues él coloca a hermanos para que guarden al rebaño y juzguen las cosas según su corazón. Pero, ¡cuidado! De esto también se tendrá que dar cuentas ante él, que anda en medio de las Asambleas juzgando lo que se hace mal (Apocalipsis 1:13)
Pensamientos para reflexionar
