
“Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado… Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:34,36)
“Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció” (Pedro 2:19)
Un pensamiento común al pensar en la salvación que Dios ofrece por gracia, es que Dios provee la salvación y convida al hombre y que éste, usando su libre albedrio, elige y ve si quiere ser salvo o no, aceptando o rechazando.
Esto que a muchos le parece lógico, en realidad no es la manera de salvar de Dios. Pues, si bien el hombre es responsable ante Dios, no tiene libre albedrio, a pesar de que muchos no quieran reconocerlo.
Libre albedrio, es la facultad de obrar por decisión o elección de manera libre, sin presiones, ni nada que incline el buen juicio ni su apreciación. Y el hombre, siendo esclavo del pecado (Juan 8:34 Romanos 6:16) No tiene libertad de elección pues dejado a su arbitrio, escogería siempre lo malo siendo confundido, según el deseo de su malvado corazón.
Por este motivo, para que el hombre sea salvo, Dios trabaja su corazón por medio de su Palabra que es viva y eficaz y por el poder de su Espíritu, para convencerlo de pecado. Dios en determinado momento ilumina al hombre para que se vea, lo energiza para que despierte de su sueño mortal y le presenta a Cristo como Salvador. De esa manera, el hombre que nunca hubiera elegido reconciliarse con Dios, se arrepiente y acepta por fe la Salvación que es por gracia. No por libre albedrío, sino por obra de Dios.
Pensamientos para reflexionar