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“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36)
“ Porque Dios no nos ha destinado para la ira, sino para alcanzar la salvación, por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:9 V Mod.)
Hay quienes creen que Dios ha elegido a algunas personas para salvación y a otros para perdición. Según ellos, hay quienes serán salvos sin que medie su voluntad, pues Dios los salvará a la fuerza, y otros que irán al infierno, también sin que medie su voluntad, pues nacieron destinados para perderse. Obviamente, eso no es así ni es lo que enseña la Biblia. Dios quiere que todos los hombres sean salvos (1 Timoteo 2:4) No solamente algunos, por eso, ha dado Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, más tenga vida eterna (Juan 3:16)
A pesar de esto, hay quienes se pierden. Son aquellos que rehúsan creer en el Hijo de Dios. Se pierden, no por elección, ni predestinación, sino bajo su propia responsabilidad.
Hay quienes dicen: El hombre muerto en sus delitos y pecados no puede hacer nada para salvarse, por lo tanto no es responsable de perderse. Pero, esto no es tan así. El hombre no puede hacer nada para salvarse, pero Dios no lo deja en esa imposibilidad, sino que trabaja en él por medio de su Palabra y su Espíritu, utilizando todas las circunstancias y cuanto se nos pudiera ocurrir, para que no mantenga su voluntad activa para rechazarlo, sino que se rinda a los pies de Cristo y en respuesta al mensaje del evangelio, abra su corazón, crea y sea salvo.
Pensamientos para reflexionar
