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“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, Y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; Alejarás de tu tienda la aflicción” (Job 22:21,23)
Los humanos, aunque responsables individualmente delante de Dios nuestro creador, pertenecemos a la raza humana y no podemos desentendernos de las consecuencias colectivas que tienen nuestro proceder, nuestras decisiones… pues estas trastornan a la creación entera. (Romanos 8:22)
Debemos saber que, en la tierra, sufrimos, por causa de la existencia del pecado, cuyas consecuencias, directa o indirectamente nos afectan a todos. Muchos dicen: Conozco personas que no hicieron nada malo para sufrir lo que están sufriendo, etc. Pero esas cosas suceden, porque existe el pecado, y sus consecuencias sobre la tierra llegan a todos: justos e injustos. No por la inexistencia de Dios.
La vida sobre esta tierra es difícil, pues además de todo lo que está afectado por el pecado, tenemos las consecuencias de nuestra responsabilidad personal. Por eso, para que todo ande bien, los seres humanos debemos hacer la voluntad de Dios, respetando sus leyes morales y éticas.
El hombre quiere hacer su voluntad, no la de Dios. Para que el hombre desee hacer la voluntad de Dios, es necesario que reciba a Cristo creyendo en él como Salvador, y entonces sí, todo cambiará. Tendrá una nueva apreciación de las cosas y tendrá paz. Experimentando que aunque en la vida pasen cosas tristes, si llegaran a sucederle, no las vivirá solo, sino que tendrá la asistencia de Dios ayudándolo a sobrellevarlas.
Por eso, no dudes de Dios, sino acepta a Cristo.
Pensamientos para reflexionar
