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“Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 1:3)
“Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él” (2 Timoteo 2:23-26)
Los cristianos, como conocemos la verdad, podemos anunciar esa verdad y ayudar a los que dudan. Dios dice: “A algunos que dudan convencedlos…” (Judas 1:22) Pues, quiere que prediquemos a Cristo y que sin ser contenciosos, seamos aptos para enseñar y amables para corregir a los que se oponen (2 Timoteo 2:25)
Ahora bien, también fuimos llamados a contender ardientemente por la fe [conjunto de la doctrina cristiana] que nos ha sido dada (Judas 1:3) Pero esto no es peleando contra todos a fin de cambiarlos, pues hay cosas que no cambiarán, sino que irán de mal en peor (2 Timoteo 3:13)
Sin embargo, siempre habrá quienes, aunque engañados, duden y necesiten que alguien les muestre la verdad. A ellos debemos dedicarnos. Pero si aquellos que están en el error, no dudan, sino que se acercan para discutir y ver si nos convencen, no vale la pena mantener la conversación, pues serán discusiones sin fruto. La mayoría de las personas, cree lo que quiere creer. Y ellos cuando escuchan la verdad, cierran su corazón, ponen excusas y buscan contradecir lo que se les dice con algo que han escuchado o leído para mantener su rechazo. Debemos ocuparnos más de los que dudan y desean saber. De los que están donde están porque nunca han visto otra cosa. De lo contrario perderemos el tiempo y se contristará nuestro espíritu en una tarea estéril.
Pensamientos para reflexionar
