
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31)
“Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo” (2 Corintios 5:9-10)
Debemos tener presente, que como creyentes seremos incomprendidos por el mundo. Siempre recibiremos críticas mordaces cuando obedezcamos al mandato de nuestro Señor en medio de un mundo desobediente.
Las personas, generalmente, frente a los cristianos que proceden como corresponde, se sienten juzgadas. Por eso, como mecanismo de defensa, buscan resaltar los errores de los creyentes. Y estos errores, lamentablemente, muchas veces son fáciles de encontrar. Pues, debemos reconocer que nuestro testimonio es débil y de cualquier detalle o inconsecuencia en nuestra conducta, se sirve el enemigo para criticarnos. También debemos saber que, aunque nos esforcemos en dar un buen testimonio, ellos, por el simple hecho de no comprender el porqué de las cosas, nos criticarán. Hagamos lo que hagamos, nunca estarán de acuerdo con nosotros, a menos que neguemos nuestra fe.
Por eso, algunos creyentes piensan que, para evitar críticas y que la gente evite escucharnos, debemos ser más “políticos” más permisivos y tratar de quedar bien con todos. Pero eso no es el pensamiento de Dios. No se puede satisfacer a todos, pero tampoco hace falta. A quien tenemos que satisfacer es a nuestro Señor.
Debemos hacer lo que es justo delante de sus ojos. Luego, el mismo Espíritu Santo les hará ver que las cosas no son como ellos las ven, y que quien hace la voluntad de Dios, marchará en contra sentido en este mundo que va a la deriva.
Pensamientos para reflexionar