
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mateo 23:23)
“Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos” (Oseas 6.6)
“Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2:13)
Dios ha establecido sus leyes y ha dado su ley al pueblo de Israel por medio de Moisés su siervo (Juan 1:17) Por lo tanto, como nada malo procede de Dios, la ley no puede ser algo malo, sino como dice la Biblia, “la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12) Ahora debemos saber ciertísimamente que, la ley no nos fue dada como medio de salvación, porque por medio de la ley no es el conocimiento de la salvación sino el conocimiento del pecado (Romanos 3:20) Por lo tanto, buscar la salvación por medio de su observancia es un error garrafal. La ley tampoco le fue dada al cristiano como modelo a seguir, pues es el modelo a seguir del creyente es Cristo.
Cuando a las personas le falta espiritualidad se hacen legalistas, pues en ese caso, es más fácil ser sujetados con freno (Salmo 32:9) que usar su buen entendimiento. Ahora bien, los principios morales y espirituales de la ley se mantienen siempre, por eso el Señor dijo que lo importante de la ley no es la legalidad religiosa, sino la Justicia, la misericordia y la fe. (Mateo 23:23)
Esa es la razón por la cual Dios actúa en gracia en la dispensación de la ley. Porque la misericordia triunfa sobre el juicio, sobre aquellos que se benefician de ella mediante la fe.
Pensamientos para reflexionar