LA LECHE Y EL ALIMENTO SÓLIDO

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces…” (1 Corintios 3:1,2)

“Todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 6:14)


Cuando alguien recibe a Cristo como Salvador, es porque ha sido movido por el Espíritu Santo.  El Espíritu y la Palabra, lo han trabajado y le han hecho ver el estado de perdición en el que se encontraba, conduciéndolo al arrepentimiento y llevándolo a abrirle el corazón a Cristo confiando en él como su Salvador. Allí, Dios le empieza a mostrar las abundancias de su gracia, sus promesas, y lo arraiga en su fe. En esos momentos su comida espiritual son temas que lo fortalecen y le hacen conocer más de Dios y sus cosas.  Como un niño recién nacido pedirá la leche espiritual de la Palabra para nutrirse (1 Pedro 2:2). Pero luego, es lógico que, si el creyente está teniendo un crecimiento normal y una fe sana, vaya por más.  Así como al principio solo quería oír y saber lo que Dios hizo por él, y conocer sus promesas, etc.  Y todo lo demás de las Escrituras es como que lo iba dejando para más tarde, pues lógicamente necesitaba estabilizar su alma afirmándose en la fe. Ahora, dará un paso adelante y querrá saber como tiene que andar, cuáles son sus deberes, etc. De esa manera, ahora se interesará por la doctrina cristiana y su alimento se irá haciendo cada vez más sólido.

¡Bendito sea nuestro Dios que nos salva y prepara para que llevemos frutos y vivamos una vida feliz!


Pensamientos para reflexionar

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