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“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:23)
“Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia” (1 Pedro 1:14)
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11,12)
El hombre es un ser integral. “espíritu, alma y cuerpo” (1 Tesalonicenses 5:23) Dios lo presenta así en su Palabra, comenzando con la mención del espíritu, que escrito con minúsculas, señala al espíritu del hombre, que es aquello que dispone para comunicarse con su creador. Luego se nos habla del alma, asiento de nuestros pensamientos y sentimientos. Donde se elaboran los sentimientos internos que nos manejan, detrás de los cuales el hombre marcha. Y por último, el cuerpo que es el continente de la parte inmaterial mencionada: espíritu y alma.
La visión que tiene el hombre acerca de este ser, es a la inversa. Primero coloca lo que por lo general más honra: Su cuerpo. Siendo dominado por su vanidad y su narcisismo. Por el amor hacía sí mismo y hacia los deleites (2 Timoteo 3:2 y 4) Luego, su alma, es decir sus sentimientos, pasiones y pensamientos, lo cual, lo lleva muchas veces a cometer los pecados más graves. Y por último, coloca al espíritu, que es lo que lo eleva y conecta con Dios.
En la Biblia se menciona nuestro ser en un orden que es importante, pues sin ser dogmáticos debemos decir que cuando el hombre primero cultiva su espíritu en su relación con Dios, su alma se llena de sentimientos y pensamientos buenos, y su cuerpo es guardado y valorado en el lugar que le corresponde.
Pensamientos para reflexionar
