
Toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cualquiera que conociere su llaga y su dolor en su corazón…Tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y perdonarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, habiendo conocido su corazón; porque solo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres; Para que te teman y anden en tus caminos, todos los días que vivieren sobre la faz de la tierra” (2 Crónicas 6:29-31)
Dios nunca deja que el hombre se equivoque y pague las consecuencias de sus errores sin avisarle. Cuando el pueblo de Israel quiso tener un rey, Dios les anticipó que haría el rey con ellos (1 Samuel 8:11-17) También, los apercibió constantemente por sus pecados antes de que fuesen llevados a la cautividad, “Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio” (2 Crónicas 36:16)
Dios, por lo general, siempre utiliza a alguien para que nos hable de parte suya (Amós 3:7) Sin embargo, los seres humanos, desestimamos todo consejo cuando deseamos seguir adelante con nuestra voluntad, hasta que sufrimos las consecuencias y cuando sufrimos por nuestros errores, decimos: ¡Cuántas veces Señor quisiste evitarme todos estos sufrimientos y te desestimé! ¡Cuántas cosas ahora padezco por no haberte escuchado!
Las personas, ante el deseo de seguir adelante con su voluntad, piensan que su caso será distinto, aunque la Biblia los aperciba diciéndoles: ¿No pecó por esto también Salomón? (Nehemías 13:26) o les presente el caso de Sansón y de otros, pues, piensan que serán más fuertes, más sabios, más vivos…
Lo único que podemos hacer para no seguir acrecentando dolor luego del pecado, es volvernos a Dios, abandonar el pecado y confesarlo todo, poniendo nuestra vida en manos de Cristo.
Pensamientos para reflexionar