
“Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres; sino que en el lugar que Jehová escogiere… allí ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando.” (Deuteronomio 12:13,14)
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20)
Como la salvación es por gracia, mediante la fe, la relación de los creyentes con Dios, siempre sigue caracterizada por la gracia y la fe. La gracia constriñe los corazones y hace que los creyentes manifiesten amor. Porque “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35) Y la fe, a la vez, hace que se mantengan firmes en lo que el Señor dice en su Palabra, sin agregarle ni quitarle nada a la sana doctrina. “Porque por la fe estáis firmes” (2 Corintios 1:24)
Cuando una congregación evita el liberalismo, pero comienza a flaquear en la gracia, la obra de evangelización enseguida mengua, y el trato afectuoso y fraternal con los demás creyentes se pierde. Corriendo el riesgo de llegar hasta a menospreciar a todo aquel que no sea del mismo círculo de comunión cristiana.
Cuando lo que falta es fe, pronto se deposita la confianza en el hombre, quien toma el lugar de Cristo como cabeza y del Espíritu Santo como director y las cosas ya no se hacen según el pensamiento de Dios, En lugares así, por temor a que ingresen personas que pudieran originar problemas, se cierran a todo. Actuando de manera exclusiva por precaución.
¡Cuidado! Esto sucede cuando se deja de ver al Señor como centro, alrededor de quien nos reunimos, y mengua el amor, la gracia y la fe.
Pensamientos para reflexionar