Todos los escritos“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros” (Zacarías 1:3)
Todos, en algún momento nos sentimos desilusionados y reconocemos que la vida y las cosas relativas a ella no son lo que deberían ser. Siempre hay algo que las empaña. Conscientes o no, de que esto es debido a los efectos devastadores del pecado, todos lo sufrimos.
Muchas veces intentamos cambiarlo, pero sin éxito.
Quisiéramos que todo cambie, pero, Lo que debe cambiar primeramente, somos nosotros. De esa manera, influiremos sobre los demás.
Esdras, cuando vio el pecado del pueblo de Israel, no los hostigó, sino que primeramente les dio el ejemplo. Se afligió y humilló: “rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo. Y se me juntaron todos los que temían las palabras del Dios de Israel…” (Esdras 9:3,4) Nuestra manera de obrar contagia y provoca cambios, porque nuestra vida trasciende. (Romanos 14:7)
El mundo no cambiará mientras tenga por príncipe a Satanás. Y “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor” (2 Timoteo 3:13) Pero, habrá cambios notables en el ámbito de cada individuo que se convierta.
Entre el pueblo de Dios no habrá cambios genuinos si no es por medio de la Palabra. Todo avivamiento se caracterizó por haberse vuelto a la palabra, y si queremos cambiar, la única innovación legítima, es volver a las Escrituras.
Pensamientos para reflexionar
