
“El hombre nacido de mujer, Corto de días, y hastiado de sinsabores, Sale como una flor y es cortado, Y huye como la sombra y no permanece” (Job 14:1)
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros” (1 Pedro 1:3,4)
Alguien, alguna vez dijo: Las personas cambiarían su actitud, si pensaran que cada día que transcurre, no es simplemente un día más, sino también un día menos…
Efectivamente, aunque obvio, es una gran verdad. El espíritu humano busca alentarse pensando que la vida es bella, que cada día sale el sol, nace una flor y uno respira esperanza. Sin embargo, la realidad muestra que la flor del campo, hoy es, y mañana se marchita, se echa al fuego y así la vida y la gloria del hombre en la tierra. (Mateo 6:30, 1 Pedro 1:24)
Cada día vivido es un regalo de Dios con oportunidades para que el hombre conozca a su creador y establezca una relación con él. Pues, cada día que pasa nos vamos acercando más al final de nuestra vida terrena y tal como dice aquel antiguo corito: “Perder los bienes es mucho, perder la salud es más. Perder el alma es pérdida tal que no se recobra jamás…”
Sin duda, nadie viviría su día normalmente como acostumbra, si le dijeran que le queda poco tiempo de vida. Por eso hay que recapacitar, no perder el tiempo. Aprovechar el momento, para reconciliarse con Dios. Reconocerse pecador y recibir a Cristo como salvador. De esa manera, cada día que pasa, será un día menos, pero yendo hacia lo mejor, a un gozo inefable y glorioso junto a Cristo en los cielos.
Pensamientos para reflexionar