“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría… y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría” (1 Corintios 2:1 y 4)
“Prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (1 Corintios 14:19)
Generalmente, estas expresiones se toman como una hipérbole, ya que muchos creen que con “cinco palabras” uno no podría tener un mensaje eficaz.
Sin embargo, recordamos ¿Cuál es la predicación más corta que nos presenta la Biblia?
La predicación más corta, fue la de Jonás. “Comenzó Jonás a entrar por la ciudad… y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonás 3:4) Esta oración en hebreo, tiene CINCO PALABRAS. En castellano, para su mejor comprensión, ocho.
Con esta predicación, clara y concisa, llevó la salvación a más de ciento veinte mil almas (Jonás 4:11)
Jonás, no contó su testimonio, no hizo milagros, ni predicó sobre sus experiencias dentro del pez para que se arrepintieran. Sólo anunció lo que Dios iba a hacer.
¡Qué maravilla! Anunciémosle a la gente lo que Dios hará, para que lo busquen mientras puede ser hallado. (Isaías 55:6)
Nuestra predicación debe ser clara, sencilla y por sobre todas las cosas en el Espíritu Santo. No hablando las cosas que los hombres quieren oír, sino lo que Dios quiere que ellos oigan. Y si alguien, se sintiera incapaz de proclamar el mensaje de Dios por no tener locuacidad, recuerde que cinco palabras dirigidas por Dios, pueden obrar maravillas.
Pensamientos para reflexionar
