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“No participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas” (Efesios 5:11)
Y oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis; no para que nosotros aparezcamos aprobados, sino para que vosotros hagáis lo bueno, aunque nosotros seamos como reprobados. Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad (2 Corintios 13:7,8)
Las personas actualmente, sienten que tienen comprados todos los derechos. Se imponen ante todos sin reconocer la autoridad en nadie. Y lo mismo, tratan de hacer con Dios. Aunque pronto constatarán que las cosas no funcionan así. Por más que el hombre deseche a Dios, lo niegue, o simplemente no acepte los preceptos divinos, Dios sigue siendo Dios y está por encima de todo y de todos. (Eclesiastés 5:8) y queramos o no, cada uno dará a Dios cuenta de sí (Romanos 14:12)
La gente dicta su propio código de convivencia y establece sus propios estándares de pecado. Sin embargo, lo que Dios dice que es pecado, es pecado. Por más que pase el tiempo y que todos los hagan, y que se vea como normal. Por eso, los creyentes, debemos conducirnos en obediencia a lo que dice Dios en su Palabra, sin importarnos lo que hace el resto, y sin dejarnos presionar ni extorsionar, ya que las personas, no solamente exigirán ser tolerados en sus conductas, sino también aceptados y celebrados. Y quienes no corran con ellos en su desenfreno y disolución serán ultrajados. (1 Pedro 4:4) Siendo considerados como intransigentes, fanáticos religiosos y legalistas.
Sin embargo, nosotros, los creyentes, debemos mantenernos firmes y no actuar políticamente, cediendo, para no quedar mal con nadie, creyendo que así los ganaremos. Sino conducirnos con humildad y amor, pero en la verdad, para llevarlos a Cristo.
Pensamientos para reflexionar
