SOBRE EL PERDÓN Y LA RESTURACIÓN (2)

“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones… Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos…  Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (Salmo 51:1-4 y 17


Como venimos viendo, al considerar el pecado en el creyente, que son pecados cometidos obviamente, luego de la conversión;  posturas como las mencionadas anteriormente, hacen perder el buen juicio, pues no son justas ni bíblicas. Pensar que quien peca luego de su conversión, pierde su salvación, es ignorar el alcance de la obra de Cristo en la cruz  y su efectividad. Pues la salvación así como no la podemos ganar por méritos propios, tampoco la podemos sostener por nosotros mismos, sino que está garantizada en Cristo para nosotros que somos aceptos en el Amado (Efesios 1:6)

Por otro lado, el querer preservar el testimonio de Cristo en la Iglesia, cerrándole la puerta a quien haya pecado  y vuelva arrepentido confesando su falta, porque quizás se encuentre en una situación donde no pueda hacer restitución por lo que cometió, es caer en el legalismo. Esto suena fuerte, pero es así. Pues el legalismo es lo contrario a la gracia, pues no admite perdón, sino que reclama justicia y no se satisface pensando en que Cristo pagó, sino que quiere ver pagar al pecador su propio pecado. Es el sentimiento del hermano mayor del pródigo, el cual no podía aceptar que el Padre hubiese perdonado a su hermano (Lucas 15: 11-32) Esta, es la negación del testimonio de un Dios de gracia y por lo tanto, lo impropio del testimonio de la Iglesia de Cristo.


Pensamientos para reflexionar

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