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“Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?” (Proverbios 20:6)
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Proverbios 31:10)
La Biblia nos enseña cuáles son los verdaderos valores de las personas, pues es muy común que los seres humanos, nos dejemos llevar por los deseos de los ojos. Una joven atractiva, un joven buen mozo, cautivarán la atención. Pero ¡Cuidado! En la belleza física que se ve por fuera, no está la verdadera belleza del ser. La Biblia nos cuenta cuantos fueron traspasados por muchos dolores por haber ido tras los deseos de sus ojos. Sansón, se deslumbró ante la belleza de una mujer filistea. Sus padres le reconvinieron haciéndole ver que había mujeres hermosas de su misma fe entre su pueblo, pero él quiso a la filistea, porque había agradado a sus ojos (Jueces 14:3 RV1909) Finalmente, con esa mujer, no llegó a nada, sino a una gran decepción. Luego, fue aún más lejos deslumbrándose ante Dalila quien terminó llevándole a la ruina.
El pueblo de Israel, es otro ejemplo. Quería tener un rey como las demás naciones. Alguien que los representara y saliera delante de ellos. Y se gozaron en Saúl, que era joven y hermoso. “Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo” (1 Samuel 9:2) Sin embargo, también fue para su mal, pues era el rey elegido según la carne.
Recapacitemos: ¿De qué vale la belleza física cuándo no se quiere saber nada de Dios?
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar
