
“Y todos daban buen testimonio de él (Jesús), y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca” (Lucas 4:22)
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad… Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:14 y 17)
Los creyentes debemos ser equilibrados en todo, y sobre todo en las predicaciones. Cuando en las prédicas solo se habla de responsabilidades y de tener que hacer esto y aquello y lo otro… sin hablar de la gracia de Dios que ha obrado para nuestra salvación y nos dio vida eterna, el mensaje se transforma en un mensaje legalista, pues la ley es la que constantemente pide y exige, condenando el incumplimiento sin contemplación. En esto tenemos que tener cuidado.
Muchas veces, la gracia se da por descontada en las predicaciones y solo se presentan las exigencias de la Palabra. Cuando sucede así, los que se congregan habitualmente y están acostumbrados a esa forma de interpretación no dicen nada, pero los nuevos convertidos y los invitados, no son motivados a quedarse porque lo que se les presenta son un montón de requerimientos de lo que deben hacer y cumplir y no la gracia de Dios que presenta lo que ha hecho Cristo y por lo cual Dios ofrece la salvación y la vida eterna.
Sin embargo, los requerimientos en su lugar y momento son justos, pues quienes han recibido la gracia de Dios y son salvos, ahora necesitan aprender cómo deben conducirse. Deben ser enseñados exhortados y esto no es legalismo, pues son los mandamientos de Dios, sobre la base de la gracia en Cristo.
Pensamientos para reflexionar