
“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Efesios 4:1)
“Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección” (2 Pedro 1:10)
La Biblia dice que debemos andar como es digno de nuestra vocación (Efesios 4:1) y hacerla firme (2 Pedro 1:10)
Nuestra vocación tiene que ver con nuestro llamamiento, es decir a lo que fuimos llamados por el Señor. Cada creyente debe discernir su vocación sabiendo para lo cual fue llamado. A veces cuesta precisarlo, pues a veces la vocación abarca muchos quehaceres, pero de todas formas uno debe discernirlo en comunión con el Señor.
El hijo de un misionero deseaba servir al Señor también en esa área, pero su padre le dijo que probara al menos un año preparándose para otra cosa y que después decidiera. Pasado el año, el hijo le dijo al padre que él no podía dedicarse a otra cosa, que deseaba servir al Señor como misionero más que cualquier otra cosa, ya que ninguna otra cosa le interesó. Entonces el padre le dijo: Entonces sí. Prepárate para servir el Señor, pues si podías hacer otra cosa era señal de que el Señor no te había llamado para esto…
Efectivamente, uno puede hacer muchas cosas, pero siempre sabrá que eso no es lo de uno, si eso que hace no es su llamamiento. Haciendo lo que el Señor nos mandó, sentiremos gozo, no habrá diferencia entre día y día ni horarios que nos preocupen, porque hacerlo será un placer a pesar de todos los esfuerzos y el desgaste que implica.
Pensamientos para reflexionar