“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo…2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:1,2)
“El lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis… Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres” (Deuteronomio 12:5 y 13)
Un conocido predicador solía decir: Si Jesús hubiese predicado el mensaje y de la forma en que predican los predicadores modernos, jamás hubiese sido crucificado… Así también podemos decir que, si la Iglesia primitiva se hubiese comportado como la Iglesia en la actualidad, jamás hubiese sido perseguida, ni martirizada.
Es increíble lo que los hombres hemos hecho del testimonio de la Iglesia de Jesucristo, como así también el comportamiento de los cristianos actualmente, desapegados completamente de las enseñanzas de las Escrituras.
Por eso, si eres de aquellos que al buscar un remedio, no aceptan que le vendan un genérico con el mismo principio activo, sino que reclaman el recetado. Si cuando compras un repuesto, no aceptas otro que no sea el original aunque te cueste el doble. En tu vida de fe, y para la gloria de Dios, no puedes congregarte en cualquier lugar, ni tener comunión espiritual, con creyentes que no caminen en integridad según las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Debes buscar la verdad en un todo y no conformarte con el mal menor.
El mensaje del evangelio debe ser puro, conforme a la palabra de verdad (Efesios 1:13) Aunque el mundo lo rechace y sea impopular. De la misma manera, congregarse, no debe ser según la necesidad, comodidad y el gusto de las personas, sino congregado hacia Cristo, donde se mantenga la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo en todo.
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