
“No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11)
“Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:11,12)
Como venimos viendo, el hombre es el responsable de aceptar o rechazar a Cristo. Interpretar el versículo de Juan 6:44 para justificar a quien rehúsa creer en el Hijo es un error fatal.
Ese versículo, no enseña que Dios salva a la fuerza a algunos y deja al resto para que se pierdan sin alternativa. Sino que Dios, es quien obra en las personas para que reconozcan su estado de perdición y sientan la necesidad de la salvación. El hombre dejado a sí mismo, sufre en su estado pecaminoso, pero no busca a Dios. Por lo tanto, Dios en su amor, busca al hombre y trabaja su corazón para que despierte de su sueño espiritual, sienta el peso de su pecado y se arrepienta. Cuando el hombre responde a esto, Dios, no lo conduce a María, ni a los santos, ni a la Iglesia, sino a Cristo, pues en ningún otro hay salvación (Hechos 4.12) Dios lo lleva a Cristo y le presenta la salvación. Si esa persona luego dice: Yo vi al salvador, le abrí mi corazón, creí en él y fui salvo, pero esto por mí mismo, se estaría engañando, pues para que él fuera a Cristo, Dios trabajó primero su corazón conduciéndolo al Salvador. En cambio, en los que cuando Dios los trabaja, rechazan, la salvación no se cumple, no porque Dios no quiera sino porque ellos no lo permiten.
Pensamientos para reflexionar