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“El amor es de Dios” (1 Juan 4:7)
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad…
El amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:4-8)
Los seres humanos necesitamos amar y ser amados. Pero debemos tener cuidado con nuestros afectos, teniendo en cuenta que no todo es amor según Dios.
La Biblia nos habla de personas que sintieron un gran afecto por otras y luego cambiaron, tal como sucede hoy en día.
Saúl encontraba alivio en su espíritu cuando tocaba el arpa David, al punto de querer retenerlo a su lado. “Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó” (1 Samuel 16:21) Pero luego, a pesar de ese amor, cuando su gloria personal fue comprometida, lo desconoció, tratando varias veces de darle muerte (1 Samuel 18: 8-11)
Mical, hija de Saúl amaba a David, pero su amor tampoco fue duradero, pues cuando David se gozaba en Dios delante del arca de Jehová, ella lo menospreció en su corazón. (2 Samuel 6.20)
Otro caso muy triste, en el que se ve la bajeza humana a pesar de que se habla de amor, es el de Amnón, hijo de David, que amaba a Tamar, pero luego que abusó de ella “la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado” (2 Samuel 13:15)
Por eso, ¡cuidado! Si alguien es un hijo de Dios, debe amar y ser amado con el amor de Dios, el cual nunca deja de ser (1 Corintios 13:8)
Pensamientos para reflexionar
