NO SE PUEDE SATISFACER A TODOS, PERO TAMPOCO HACE FALTA (1)

“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10)

“Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque, aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor” (1 Corintios 4:3,4)


Hay un cuento que dice que, una vez, iban caminando un anciano, un niño y un burro. Y la gente, al verlos pasar decía: ¡Pobre gente! ¡qué poca sabiduría! tienen una bestia de carga y no la utilizan, sino que van caminando… El anciano lo pensó y se montó en el burro, pero, pronto la gente dijo: ¡Qué hombre despiadado!, mientras él va montado, el pobre niño camina… Inmediatamente, se bajó, y subió al niño en el burro. Pero, los que vieron al niño decían: ¡Qué poca consideración! ¡Qué niño malcriado! Él, montado en el burro, mientras el anciano se ve forzado a ir a pie… Pensando en esto, subieron ambos al burro, y cuando creyeron que ahora las cosas andarían mejor, escucharon decir a la gente que eran personas sin alma, sin consideración para con el pobre animal, etc.

Como ya no sabían que hacer, ataron al burro a una estaca y decidieron cargarlo ellos, pero al pasar por un puente, el burro sobresaltado brincó y todos cayeron al agua. Un hombre que estaba observando, dijo como moraleja: Siempre sucede lo mismo. Nadie podrá jamás satisfacer a todos.

Los cristianos, debemos recordar esa moraleja, pues, debemos saber de antemano que la gente siempre criticará nuestras acciones y decisiones. Nuestra manera de vivir, de vestir, de criar a nuestros hijos, etc. Y no es queriendo quedar bien con todos, como lo evitaremos.

Continúa en la parte 2


Pensamientos para reflexionar

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